martes, febrero 14, 2006

ALFREDO EN CIFRAS


Por Alfonso Hamburguer
Dice Mario Paternina Payares, que cuando Alfredo de Jesús Gutiérrez toca su acordeón a veces los dedos no se le ven.
Como las manos del tamborero José Lara, las de Alfredo son en apariencia frágiles, pero certeras y rápidas (cual alas de mariposa) al recorrer y explorar el teclado del acordeón de botones.
No sólo es el más rápido, sino el que más premios ha ganado, tanto nacionales como internacionales.
Dicen los que saben por naturaleza, que para comprobar que se es el mejor acordeonero del mundo no hay que irse a competir con computadoras en Alemania. Que hay que ir a Valledupar. Alfredo fue y venció tres veces, cuando el jurado fue objetivo y los directivos no habían legislado en contra de su cintura de filigranas.
Como el mismísimo Antonio Fernández, que cantaba en el centro de San Jacinto y su bullaranga se oía en todo el pueblo, venció en su tierra y fuera de ella. Dice Rafael Ramón Camargo el popular Rakán, que Fernández rompió con su grito de zafra la escala musical de Milán, siendo una de las notas más agudas registradas en ella. Alfredo fue dos veces campeón mundial del acordeón, 1.991, 1.992, en Alemania, ante la participación de más de 50 acordeoneros de igual número de países. Se creía hasta entonces que los merengueros dominicanos eran los más rápidos.
Alfredo Gutiérrez Vital nació en el corregimiento de Palo Quemao o Sabanas de Beltrán, Municipio de Los Palmitos, cerca de San Pedro.
En un evento como el Festival de La Leyenda Vallenata, de Valledupar, hecho para defender el estilo del Cesar, Magdalena y La Guajira, Gutiérrez fue (y es) el único que rompió la geografía. No lo hizo una ni dos, sino tres veces. Y la última vez que intentó romperla de nuevo, le rompieron a él la cintura con un reglamento. No pudo moverse ni brincar en la tarima, tuvo que mantener el acordeón amarrado a su pecho. Amenazó con renunciar, como en el primer festival Rey de Reyes, cuando en actitud de caballerosidad y a sabiendas que la decisión parecía destinada para alguien, Alejandro Durán prefirió auto descalificarse, tras advertir que había "pelado" un pito.
Gutiérrez ganó las versiones de los años 1.974, 1.978 y 1.986. Regresó diez años después y lo derrotaron con un negrito que cerraba los ojos para tocar, apretaba los dientes y hacía las mismas morisquetas de un conejillo comiendo queso, sin dejar caer un solo granito: El pollito Herrera.
Ha ganado cinco veces el Congo de Oro en los Carnavales de Barranquilla, cinco veces el Guaicaputo de Oro en Venezuela, el trofeo más importante que entregan en ese país.
En 1.995 ganó el Califa de Oro y El Trevel de Oro, entregado a los músicos foráneos más destacados en México, donde además musicalizó la película "La Banda Borracha", basada en el tema de Rafael "Wicho" Sánchez, compositor nacido en Valledupar, Cesar.
Alfredo Gutiérrez está vigente como músico sabanero desde 1.960. Fue fundador de Los Corraleros de Majagual, como arreglista, vocalista y director. Su acordeón marca el verdadero estilo corralero.
"El rebelde" ha compuesto más de 500 canciones, muchas de las cuales han sido grabadas por músicos extranjeros como Héctor Lavoe, Jonhy Ventura, El Gran Combo de Puerto Rico, Ismael Rivera, Rubén Blades y Celia Cruz.
Al inicio de su carrera artística el compositor sincelejero (*), Rubén Darío Salcedo fue fundamental, en la denominada para Gutiérrez "época de Sincelejo", pues sus creaciones, especialmente el pasebol (mezcla de paseo y bolero) fundaron una gran época. Temas como "Fiesta en Corraleja", "Ojos Verdes", "Ojos Indios", "Cabellos Largos", "Corazón de Acero", entre otros que marcaron un hito en la música de las sabanas.
El Ñato, como le bautizó Calixto Ochoa, tiene un gran mercado en el extranjero, con 30 trabajos grabados exclusivamente para ese público y 70 en Colombia. Países como México, Japón, Venezuela, incluso en Europa y Estados Unidos son amantes de sus rebeldías musicales.
Alfredo Gutiérrez es el primer artista colombiano, de tipo folclórico, en presentarse en San Remo, Italia. Aquello sucedió en 1.970.
En el proceso de modernización de la música folclórica de Colombia Alfredo Gutiérrez fue fundamental, porque rompió los parámetros establecidos con el acordeón hasta el momento y se atrevió a introducir cosas nuevas.
Alfredo indagó, propuso fórmulas nuevas, vio que el acordeón venía para sustraerle todos los sonidos que traía por dentro, por ello exploró y los unió con otros, logrando cosas en su época no soñadas, que para algunos ortodoxos fueron escandalosas. Lo que hacía lo consideraban cosas de loco y no faltó quien lo tratara de alucinado.
El mismo dice que en su Palo quemao halló una campesinita, bonita (la música), pero mal trajeada y que lo que hizo fue vestirla bien y llevarla a los mejores escenarios del país.
Hacia los años 70, fue a San Jacinto de Duanga, Bolívar, en busca de Los Gaiteros trotamundos de Toño Fernández, para grabar con ellos, pero éstos, maliciosos y escurridizos, habiendo recibido golpes anteriores, no se movieron. No quisieron participar en el experimento. O sea, que el rebelde quiso adelantarse 20 años a lo que hizo Carlos Vives, lo que hubiese sido superior, gracias a la calidad de los unos y de los otros. Esa unión de las mejores gaitas con el mejor acordeón, hubiese sido en su momento una explosión.
Los gaiteros eran puros y se ha dicho que la introducción de metales en algunos de sus discos no se hizo con el consentimiento de ellos.
Este es a groso modo, Alfredo de Jesús Gutiérrez vital, la cifra más alta del folclor sabanero, sin duda nuestro máximo pionero de la modernidad