Sahagún, febrero 24 de 2006
Doctor
Jhonny Otero Bedoya
Presidente
FESTIVAL DE ACORDEONEROS Y COMPOSITORES DE SAHAGÚN
Sahagún
Apreciado Doctor Jhonny:
Tal como tuve oportunidad de comentarle, pienso que el Festival de Sahagún debe ser un evento cultural, ya que está avalado como tal por el Ministerio de la Cultura.
De lo anterior se desprende que el Festival no debe parecerse a una caseta o a un concierto, donde son presentados los grupos de moda con fines de lucro. Tampoco debe ser un pretexto para armar parrandas con los invitados a cuenta del erario.
En línea con lo anterior, creo que las utilidades del Festival deberían ser esencialmente culturales, es decir, que la gente aproveche para conocer más sobre sus raíces, sobre su identidad y, en general, sobre su cultura.
Fíjese que lo que quedó del pasado Festival no fue el recuerdo de las presentaciones de los grupos patrocinados por las licoreras ni la intervención de los personajes invitados recurrentemente para mostrar obras de dudosa calidad artística - aunque comercialmente exitosas – y que han dado un deplorable ejemplo personal a la sociedad sahagunense. El evento que mereció un artículo en EL UNIVERSAL fue el conversatorio. En dicho artículo el Maestro Adolfo Pacheco sitúa el conversatorio de Sahagún en un plano superior al de Valledupar, y, de paso, alude a nuestro pueblo como la ciudad más cultural del Viejo Bolívar. Qué tal.
Pero lo curioso es que en el conversatorio no vimos participar a ninguno de los personajes que utilizan el Festival para tomarse fotos con los invitados, para parrandear con ellos y para buscar beneficios personales.
Disiento del Maestro Adolfo Pacheco en que la enriquecedora discusión se debió al periodista Rafael Oñate quien “abrió espacios para un intercambio de ideas y conceptos sobre toda la música de la Costa”. Pienso que el interesante debate se presentó por la afortunada suspensión del fluido eléctrico que evitó una conferencia magistral del Sr. Oñate sobre los personajes folclóricos del Cesar y la Guajira. Esto lo presenció usted y seguramente también observó que el Sr. Oñate, ante la imposibilidad de refutar los planteamientos de algunos asistentes, optó por tomar la palabra y no dejar hablar a los demás.
Pero la conclusión es positiva e interesante: El mejor conversatorio realizado en los festivales celebrados, incluyendo el de Valledupar, fue el de Sahagún.
Aprovecho la oportunidad para comentarle que hay muchas personas prestantes que harían un gran aporte cultural al Festival. Quiero presentarle, por ejemplo, al Profesor Martín Orozco Cantillo, altamente apreciado en Barranquilla, quien fue profesor del Colegio Andrés Rodríguez B. en las épocas doradas de la Semana Cultural de Sahagún. Adjunto reseña sobre este personaje, publicada en EL HERALDO.
En otro orden de ideas, organizando mis papeles, encontré una carta que envié al actual Alcalde de Sahagún, recién posesionado, solicitándole un reconocimiento espiritual al Mono Campillo, sahagunense, quien moría de cáncer, comunicación que no mereció respuesta. Sin embargo, hay reconocimientos millonarios -con plata del erario de nuestro pueblo- a mediocres compositores de otras regiones que engrupen a la gente ignorante con el cuento de que les grabó mi compadre Diomedes o mi compadre Farid, y son tratados como si fueran los José Barros o los Julio Erazo de hogaño. Adjunto fotocopia de la carta mencionada.
A propósito de todo lo anterior, no hay duda de que nosotros no tenemos nada que envidiar a nadie, sin embargo, llama la atención que en las esferas del poder se le rinda culto a personajes cuya obra artística - si así puede llamársele- dista mucho de tener la categoría para impresionar a gente medianamente culta. Para ser más específico, quiero hablarle de los Pérez, compositores, uno vallenato y otro sincelejano. El vallenato, apodado El Catedrático, eventualmente viene por estos lares a recibir dinero y honores como retribución a sus excelsas cualidades musicales, según sus mecenas. El otro, el nuestro, es un mecánico de maquinaria pesada que vive de su difícil trabajo.
Es bueno analizar las obras de estos compositores. Con dos versos de dos de sus temas creo que basta para alcanzar el objetivo que me propongo.
Doctor
Jhonny Otero Bedoya
Presidente
FESTIVAL DE ACORDEONEROS Y COMPOSITORES DE SAHAGÚN
Sahagún
Apreciado Doctor Jhonny:
Tal como tuve oportunidad de comentarle, pienso que el Festival de Sahagún debe ser un evento cultural, ya que está avalado como tal por el Ministerio de la Cultura.
De lo anterior se desprende que el Festival no debe parecerse a una caseta o a un concierto, donde son presentados los grupos de moda con fines de lucro. Tampoco debe ser un pretexto para armar parrandas con los invitados a cuenta del erario.
En línea con lo anterior, creo que las utilidades del Festival deberían ser esencialmente culturales, es decir, que la gente aproveche para conocer más sobre sus raíces, sobre su identidad y, en general, sobre su cultura.
Fíjese que lo que quedó del pasado Festival no fue el recuerdo de las presentaciones de los grupos patrocinados por las licoreras ni la intervención de los personajes invitados recurrentemente para mostrar obras de dudosa calidad artística - aunque comercialmente exitosas – y que han dado un deplorable ejemplo personal a la sociedad sahagunense. El evento que mereció un artículo en EL UNIVERSAL fue el conversatorio. En dicho artículo el Maestro Adolfo Pacheco sitúa el conversatorio de Sahagún en un plano superior al de Valledupar, y, de paso, alude a nuestro pueblo como la ciudad más cultural del Viejo Bolívar. Qué tal.
Pero lo curioso es que en el conversatorio no vimos participar a ninguno de los personajes que utilizan el Festival para tomarse fotos con los invitados, para parrandear con ellos y para buscar beneficios personales.
Disiento del Maestro Adolfo Pacheco en que la enriquecedora discusión se debió al periodista Rafael Oñate quien “abrió espacios para un intercambio de ideas y conceptos sobre toda la música de la Costa”. Pienso que el interesante debate se presentó por la afortunada suspensión del fluido eléctrico que evitó una conferencia magistral del Sr. Oñate sobre los personajes folclóricos del Cesar y la Guajira. Esto lo presenció usted y seguramente también observó que el Sr. Oñate, ante la imposibilidad de refutar los planteamientos de algunos asistentes, optó por tomar la palabra y no dejar hablar a los demás.
Pero la conclusión es positiva e interesante: El mejor conversatorio realizado en los festivales celebrados, incluyendo el de Valledupar, fue el de Sahagún.
Aprovecho la oportunidad para comentarle que hay muchas personas prestantes que harían un gran aporte cultural al Festival. Quiero presentarle, por ejemplo, al Profesor Martín Orozco Cantillo, altamente apreciado en Barranquilla, quien fue profesor del Colegio Andrés Rodríguez B. en las épocas doradas de la Semana Cultural de Sahagún. Adjunto reseña sobre este personaje, publicada en EL HERALDO.
En otro orden de ideas, organizando mis papeles, encontré una carta que envié al actual Alcalde de Sahagún, recién posesionado, solicitándole un reconocimiento espiritual al Mono Campillo, sahagunense, quien moría de cáncer, comunicación que no mereció respuesta. Sin embargo, hay reconocimientos millonarios -con plata del erario de nuestro pueblo- a mediocres compositores de otras regiones que engrupen a la gente ignorante con el cuento de que les grabó mi compadre Diomedes o mi compadre Farid, y son tratados como si fueran los José Barros o los Julio Erazo de hogaño. Adjunto fotocopia de la carta mencionada.
A propósito de todo lo anterior, no hay duda de que nosotros no tenemos nada que envidiar a nadie, sin embargo, llama la atención que en las esferas del poder se le rinda culto a personajes cuya obra artística - si así puede llamársele- dista mucho de tener la categoría para impresionar a gente medianamente culta. Para ser más específico, quiero hablarle de los Pérez, compositores, uno vallenato y otro sincelejano. El vallenato, apodado El Catedrático, eventualmente viene por estos lares a recibir dinero y honores como retribución a sus excelsas cualidades musicales, según sus mecenas. El otro, el nuestro, es un mecánico de maquinaria pesada que vive de su difícil trabajo.
Es bueno analizar las obras de estos compositores. Con dos versos de dos de sus temas creo que basta para alcanzar el objetivo que me propongo.
EL CATEDRÁTICO
Canción: Como tú me besas
Intérprete: Farid Ortiz
Llegaste a curar mis heridas
Te quiero y nadie va a quitarte el puesto
Como pañitos de agua tibia tú
Cuando acaricias mi cuerpo
Tienes la sonrisa más fresca y natural
Con tantos piropos ya tienes colección
Te miro y te miro y te tengo que tocar
Para convencerme de que existes mi amor
EL MECÁNICO
Canción: Colmillos Blancos
Intérprete: Daniel Celedón
Compañero fiel de los colmillos blancos
velador sereno de la noche profunda
dime porqué tú no conoces el llanto
si contadas veces te hablan con ternura
Se nublan tus ojos luego de un regaño
y tu erguida cola baja y se resiente
basta una mirada como desagravio
y vuelves a ser el amigo de siempre
EL CATEDRÁTICO
Canción: La que me mueve el piso
Intérprete: Los Betos
Sé que te la pasas comentando
Que por tu amor me estoy muriendo
Que te ríes de haberme abandonado
Y que te das golpes de pecho
Hoy no me incomoda lo que digas
Porque ya tengo quien me quiera
Es una enseñanza de la vida
Que no hay mal que por bien no venga
EL MECÁNICO
Canción: Corazón de Plastilina
Intérprete: Edward Cortés
Ya viene oliendo a cuadernos
la profesora del pueblo, a sacapuntas y a sol
viene con un vestido nuevo
y trae de la mano un polluelo,
el más pequeño del salón,
trae polvo de tiza en el pelo
pero su pecho de inmenso cielo
no conoce el primer amor
Éstos son sólo dos ejemplos. No es necesario tener un alto nivel educativo para distinguir quién es el poeta.
Bueno, Doctor Jhonny, esto es lo que yo pienso. Considéreme su amigo.
Cordialmente,
Edgar Cortés Uparela