viernes, marzo 01, 2013

LA BOCA DEL CURA QUE NUNCA FUE CERRADA


  • Obras que ya recibieron el ciento por ciento del dinero y que debían ser entregadas el 31 de diciembre de 2011, aun no comienzan.  Pala dragas atrapadas por el barro y la feroz manigua, yacen enterradas en los caminos reales.
  • La apertura de una boca en el río Cauca, un año antes que llegara la familia García Márquez, fue el inicio de la tragedia de la Mojana.



 Por Alfonso Hamburger y Fernando García Atencia

Gilberto Fierro murió en el corregimiento de Nariño,  a los 104 años exactos, sin conocer que  es una EPS. Eso lo salvó de morir antes, dice su nieto, José Luis, el hijo más aventajado de sus ocho hijos,   porque la gente de esta región, donde los médicos han tenido que hacer operaciones para sustraer animales del estómago de algunos pacientes atacados por brujerías y espantos, hasta hace poco tuvieron el privilegio de comer sano. Todavía no habían empezado a contaminarse los peces a través del mercurio y cianuro que vierten a los ríos las mineras en el Sur de Antioquia, el vecino más difícil de la Mojana de Gabo, las tierras más ricas del mundo. Son depresiones que se hunden en la tierra ocho milímetros cada año, verdaderos aluviones, con más de diez metros de humus natural, producto de la sedimentación natural de los ríos y ciénagas, en más de 500 mil hectáreas que se paren solas. Algo así como El Nilo colombiano. Según los registros, ha sido la zona más estudiada de Colombia y epicentro de un realismo mágico sin límites.

Región del Panseguita. Foto  deObman Campo Bueno

Por este Nariño, uno de los trece corregimientos de la región del Panseguita,  mina narrativa de Gabriel García Márquez- a nueve kilómetros  de Sucre, la cabecera Municipal- comenzó la mágica historia de la región, hoy convertida en un nido de la corrupción, con miles de millones de pesos tragados por las aguas corruptas y obras fantasmas que superan la imaginación del escritor. Se habla de 1780 como la fecha clave de su fundación por colonos europeos que trajeron la multiplicidad de razas que confluyeron en ese tejido de cosas que parecen tener en el Castillo de Gabo (casa que habitó la familia García Márquez a su paso por aquí, entre 1939 y 1943) la figura arquitectónica exacta, como impronta de lo que pasó con esta sociedad.  Solo el caso de la torre de David, en Caracas, Venezuela,  pudiera superar esta historia. Se trata de una casa grande habitada por fantasmas que algunos quieren revivir o sepultar con recursos de regalías en medio de las inundaciones cíclicas del caño Mojana, cuando los dineros  para construir un anillo protector, levitaron como Remedios la Bella. Parece un monumento digno de una película de olvidos.  De once mil millones de pesos, solo se aplicaron en el papel un 30 por ciento y la obra aparece entre la lista de alerta roja en el sistema de Planeación Nacional. Sin esta obra, cualquiera otra que se haga, se hundirá en las aguas historiales de un pueblo mágico, dice Obman Campo, líder cívico de Sucre, el pueblo mítico de Crónica de una Muerte Anunciada.

Casa de Gabriel García Márquez. Foto de Obman Campo Bueno


- No puede haber borrón y cuenta nueva, dice José Luis Fierro, uno de los tres veedores de la comunidad, nieto de Gilberto.

Nariño, que no tiene nada que ver con el departamento del mismo nombre, con 210 casas, es el único corregimiento de la zona que no hace fiestas de corralejas, unas celebraciones pagano-religiosas en las que los ricos tiran dulces y billetes para que sus toros cruzados maten a la gente incauta que se metía y se mete a divertirse después de santiguarse con un trago de ron caña, usando para enfrentar la bestia un pañuelo, un cartón o sus manos peladas. Por esos caminos, que fueron estratégicos para unir al Caribe con el interior del país, cruzó el general Simón Bolívar en sus vientos libertarios. Sucre fue epicentro de grandes riquezas agropecuarias. Allí se asentaron, desde 1920, italianos como los Gentile, Franceses como los Luazo, Portugueses como los Sampayo, españoles como Los Sajona y Martínez  y siriolibaneses como los Cure, Assid y Hanna,  quienes atraviesan las crónicas de Gabo, escritor que no lo dijo todo, porque la mayoría de los cuentos quedaron enredados en la punta de la lengua de sus habitantes, atravesando la sociedad de boca en boca y algunos fueron a parar al Canadá, en la historia del testigo excepcional de la parapolítica, Jairo Peralta Castillo, más conocido como El Pitirry, quien tiene en la cárcel a la mitad de los políticos del Departamento de Sucre.  Los asentamientos europeos tuvieron un fuerte arraigo religioso, amparados en el liderazgo de la iglesia católica de la época, a través de las misiones de “La Casa de Oviedo”, privilegio que se cayó en los  gobiernos del Frente Nacional, especialmente en el de Carlos Lleras Restrepo, lo que pudo haber marcado los derroteros de estas tierras.  Uno de los personajes trastocados poéticamente en la obra de Gabo es el del cura Nicefro Ortega, quien en 31 años de mando, hizo de todo: fijaba límites a las tierras cuando todos querían tener acceso a las aguas de las ciénagas en los largos veranos, hacía  reformas agrarias y era a la vez autoridad educativa. Igual  pasó con el padre José De Gabaldá, quien en 1938 (un año antes que llegaran los García Márquez), para evitar una mortandad mayor por estancamiento de aguas contaminadas, ordenó abrir una boca en el rio Cauca antes de Majagual (Boca del Cura) y desde entonces las aguas han sido incontrolables. Así se volvió esta sociedad de  ricos descendientes del viejo mundo, cuyos hijos estudiaban en Londres, Paris o Madrid,  quienes se fueron de la región en la medida en que las aguas fugadas por  “La Boca del Cura” empezaron acabar con los cañadulzales y las grandes ganaderías y un día se convirtieron en tierra de nadie. La boca, de metro y medio, que al  principio fue salvadora, con el tiempo llegó a alcanzar más de 200 metros. 

Tierras inundadas en la Mojana. Foto Obman Campo Bueno

Uno de esos privilegiados descendientes fue el estudiante de religión,  Manuel Palencia, quien al retirarse del sacerdocio regresó de Europa con suficientes conocimientos musicales como para crear las primeras bandas de vientos en Caimito. Fue uno de los primeros maestros del porro, ritmo emblemático de la región. Así como la iglesia de Sucre es una imitación de la catedral de Colonia (España), según Luis Lozano y Lozano, extraída de la época del general Franco, el porro fue un engendro religioso que hizo tránsito a lo mundano a través de las corralejas.  Construir una casa grande en Sucre era tener un sentido feudal.  El pueblo que despertó la curiosidad ardiente del joven a Gabito, había sido inspirado en la antigua Venecia. De ello quedaron cuatro puentes levadizos  que atraviesan los caños de aguas fétidas. Y ahora después del despelote de las regalías desmadradas, puentes sin conexión con carretera alguna, elefantes blancos, varados en la taruya, maquinas gigantes devoradas por los caminos que ellas iban  hacer, vueltas chatarra, puros fierros oxidados. Ha sido como la entronización de la cultura mediterránea en el pantano o el inepto vulgo que vive en lodazales, remataría el poeta. Barranquilla, de donde llegaban barcazas atraídas por la bonanza, sería el punto de salida donde empezaron a instalarse los niños ricos, cuando el rio se salió de madre y llegaron, al final de los años 90 del siglo XX, alcaldes como “Pipelón”, un hombre folclórico, hecho en la calle del crimen en Curramba, criado en la baja estofa del comercio de aquella urbe carnavalera, quien prometió el retorno de la corraleja al casco urbano y ganó. Pero el tiempo no le alcanzó, pues ya el Municipio empezaba a caer en las mafias de la contratación y fue muerto a tiros frente al hotel en que se hospedaba en Sincelejo. Después cayeron dos más.  “Ya no los mataban por colores políticos, sino por dinero”, dice Obman Campo, veedor de la comunidad. La región se contaminó de contaminación y muerte. Del período de 24 alcaldes que administraron sus municipios en el periodo 92-94 el 60 por ciento están muertos.
Vivienda en Orejero. Foto de Obman Campo Bueno


Se metió el agua, se acabaron los cañaduzales, se fueron los ricos. Las inundaciones cíclicas, con más de 400 estudios, se convirtieron en la gallinita de los huevos de oro de la nueva sociedad élite, tanto de políticos locales como nacionales, que pescaban en las aguas revueltas de la taruya y tuvieron en el analfabetismo de los nativos (56 por ciento en algunos momentos) un aliado poderoso. A ello se sumó la tenencia de la tierra, en manos de los sabaneros de tierra firme, descendientes de abolengos y encopetados españoles de Corozal y Sincelejo que fueron colonizando las ciénagas con sus ganados trashumantes. Los nativos se limitaron a pocas porciones donde afincar patios menores.  Las obras de un gran dique seco por un valor superior a 200 mil millones de pesos, que arrancaron en Antioquia en la gestión de Uriel Andrés Gallego, a la postre sempiterno Ministro de obras de  Álvaro Uribe, estuvieron a punto de llevarse en andas al Gobernador de Sucre, Jorge Barraza Farak, poco antes de salir del cargo, cuando a mediados de 2010  fue a inspeccionarlas. El muro en que estaba parado el mandatario se  abrió a sus pies. Era la tercera vez que la naturaleza se quejaba por el mal uso de las regalías.  Ya en Sincelejo un museo se había llovido el día que fue inaugurado y unos relámpagos de verano habían anunciado la mortandad por el uso de esos  recursos.  Desde Julio de 1994 hasta 2011, cuando empieza a liquidarse el Fondo Nacional de Regalías, que había sido activado en las playas de Coveñas en una carpa que fue volada por una tempestad, la lista de muertos jamás ha podido ser contada, entre alcaldes, exalcaldes, curas,  diputados, concejales y comunidad en general. La plata de las regalías era sustraída en bultos desde la sede de la antigua Caja Agraria en Sincelejo, donde el líder de la época pagaba horarios extras a los empleados con televisores gigantes y dinero. Los carros salían cargados con esos bultos ya entrada la noche y en la casa del alcalde de turno en Santiago de Tolú, se caminaba en una alfombra de billetes.  Pero la debacle para ellos comenzó cuando la clase política se unió con los paramilitares y surgieron testigos como Jairo Peralta Castillo, protegido por la Fiscalía.

Obra inconclusa. Foto Obman Campo Bueno

José Luis Fierro, jubilado,  un hijo ilustre, nieto de Gilberto (el  hombre que murió a los 104 años), forjado intelectualmente en Cundinamarca, hoy uno de los tres veedores que se atreven a poner el dedo en la llaga, se salvó de morir porque el día que lo iban a matar se le dañó el televisor y se había ido a terminar de ver las noticias donde el vecino. Cuando lo llegaron a matar no estaba.  Había aspirado a la Alcaldía en oposición a quienes detentaban el poder hacía 25 años. Jairo Peralta Castillo, El Pitirrry usa su nombre en las declaraciones ante la Fiscalía. Fierro, huérfano de poder, sin ser la viuda, es una de las personas que contextualiza la situación.
Fierro y Obman Campo Bueno, se han dedicado a vigilar las inversiones en este alejado pueblo del Caribe, pero antes de señalar las irregularidades, han querido contextualizar la información para poder entender lo que pasa.

- ¿Por qué un pueblo tan pujante en el pasado, que llegó a sembrar mil hectáreas de caña dulce y que fue epicentro de la historia, hoy está tan atrasado?

Sucre vive aún en el siglo XIX. No hay vías. No hay gente preparada para presentar un proyecto. En el Panseguita habitan 9.500 almas, de las cuales 4.500 no tienen servicio de agua potable. El sistema de energía es irregular.  Ningún pueblo tiene servicios del antiguo Telecom (Hoy Movistar) pues recogieron todos sus trastos. Telecom y la Caja  Agraria, el puente o la sede de la Alcaldía,  siempre fueron el objetivo de la guerrilla, al final del siglo XX.  En Majagual, el pueblo que abraza a Sucre y a Guaranda,  la guerrilla atacó al comando de Policía desde la torre de la Iglesia. Ahora  los celulares son la moda y no entran en todo el territorio.  La tecnología moderna, contrasta con las pala dragas devoradas por la maleza en mitad de los caminos  antes reales.

- Llámame al otro celular, porque este puede estar intervenido y en la casa no tengo línea, todos los trastos de Telecom fueron recogidos, dice Campo Bueno.

A la zona del Panseguita llegó hace quince años la firma Petroseismic, que halló gas. En la etapa exploratoria han entregado ayudas a las comunidades afectadas por el impacto ambiental y en las actividades de socialización  beneficiaron a 1200 niños. En el corregimiento de “Paso de La Mantequera”, de 22 casas,  construyeron un parque recreativo y un una escuela, pero no hay profesores que dicten las clases. Algunos corregimientos, para superar la falta de energía que a su vez afecta los acueductos, pidieron plantas eléctricas.

La parte occidente, la más alta, de relieve montañoso, hacia los lados de Antioquia, se llama “La Guaripa”- también recreada en la obra de Gabo- está conformada por nueve corregimientos de corte macondianos, dignos de una película. Son casas grandes y veraneras, con tierras tan fértiles que jamás les hace falta el agua, pese a los largos veranos de esta época. Todas estas áreas primero sufrieron por los atropellos de la guerrilla y después por los paramilitares. El caso más llamativo ocurrió en “Isla del Coco”, un pueblito minúsculo y pinturero que parece flotar entre las ciénagas, de 120 casas dispersas en tres callejuelas que necesariamente terminan en las aguas. Un día llegaron los paramilitares y  les dieron 24 horas a los 500 habitantes para que desalojaran las casas. No les dio tiempo de recoger nada. Sólo quedaron los perros.  La mayoría se refugiaron en Santiago Apóstol, en el Municipio vecino de San Benito Abad y otros se regaron por la llanura anegadiza. Pero no aguantaron la tragedia, pues  saben que después de tres días, la visita hiede en cualquier parte. El hambre duele y no tiene amigos. Cuando regresaron a enfrentar su suerte, dispuestos a morir en su pueblo, como en un acto de la mejor película del mundo, los perros salieron a recibirlos con un llantito de felicidad, meneando sus rabos. El perro nunca olvida a su amo. Deducen que al jefe paramilitar de una de las fincas vecinas, le gustaban los animales, y en los tres meses que estuvieron errantes, los alimentaba. 

Fierro supo que ante la violencia humana, el amor a los animales se había impuesto.

En estos corregimientos olvidados, que aparecen  reiteradamente en la obra de Gabo y muchos de ellos fueron enseñados en la geografía violenta del país a punta de plomo (Tres de los Alcaldes de Sucre- Sucre fueron asesinados en diez años y en Guaranda en esta administración van 15 muertos) están puestos los ojos de las autoridades, por el embolate de  mil 200 millones de pesos, amén de un rosario de obras inconclusas proyectadas con recursos de regalías, puentes sin ríos y anuncios de obras aprovechando la imagen de Gabriel García Márquez, como una casa cultural entre las aguas, por más de seis mil millones de pesos. La mayoría de las obras denunciadas se hicieron con motivo de la ola invernal que afectó a gran parte del territorio nacional, especialmente en La Mojana de Gabo, cuyo epicentro fraudulento es Sucre (Sucre), entre 2010 y 2011.


Inversión millonaria en obra inútil. Foto Obman Campo Bueno.

Todo parece indicar que en la adjudicación de las obras influyó la visita del presidente Juan Manuel Santos, apenas el 8 de agosto de 2010, un día después de su posesión.

Santos declaró a la prensa que el peor día de su vida como presidente había sido ese 8 de agosto. No lloró de macho, al ver la pobreza en que se debate esa gente, sin agua, sin carreteras, sin dirigentes que puedan trazar un proyecto, enfermos por la contaminación con mercurio. Centenares de Mojaneros están en Sincelejo, afectados por destrozos en los riñones, haciéndose diálisis, tras consumir agua contaminada con mercurio, siendo la Mojana la de mayor densidad de este mineral en el mundo. La mayoría de los hombres y mujeres sin riñones no superan los 50 años y ya no sirven para trabajar. No tienen servicios médicos ni carreteras buenas para llevarlos a Sincelejo, en una travesía de cinco a siete horas.

El presidente les prometió ayuda y en eso se basó el Invias para aprobar un proyecto, cuyos dineros ya fueron desembolsados en su totalidad, pero las obras apenas van a comenzar en el mes de mayo, parece. De  2.266 millones aprobados solo aparece la mitad, depositada en una cuenta, porque el primer adelanto del 50 por ciento, por  la suma de 1.133 millones,  no aparece. ¿Dónde está esa plata? Se preguntan los veedores.
Según una carta enviada a la dirección nacional de Invías por varios ciudadanos “nos sorprende que el segundo desembolso se haya hecho sin mediar para ello soporte técnico”.

Ellos piden pronunciamiento de Invías “pues no estamos dispuestos a mantenernos pasivos ante este grotesco atropello a las finanzas del Estado”.

El objeto del contrato era el mejoramiento y mantenimiento de las vías Boca de Higuerones-Paso Mantequera y Pajonal- Montería del Municipio de Sucre, suscritor entre el Instituto Nacional de Vías y el Municipio de Sucre, por valor de $ 2.266.140.222.oo, cuyo plazo era hasta el  31 de diciembre de  2011.

OBRAS PARALIAZAS EN EL VERANO.

Antes de que llegara el nuevo sistema de regalías, las obras pasaban de largo en los papeles, pues era una especie de cadena, pero no se veían por ninguna parte. Eran como sembrar árboles que se llevaba la próxima creciente.  Hoy todo está atascado como en el país, pues con el nuevo sistema, no se ha aplicado un solo peso por concepto de regalías en Sucre.
“La gente se acostumbró al viejo sistema y hora que hay control no saben cómo hacerlo, no hay funcionarios preparados para manejar técnicamente los proyectos”, dice Obman Campo Bueno, quien ha sido amenazado de muerte mediante panfletos. Este veedor ha utilizado las bondades del internet para mostrar la situación, pues pocas veces la prensa comercial publica sus denuncias.

Inversión millonaria en obra inútil. Foto Obman Campo Bueno.


Según el análisis de los veedores, a la puja por la tierra y el poder, se han dado situaciones que no fueron tocadas por la pluma de Gabriel García Márquez, como la irrupción en el pueblo del cura Emil Cueto, de ideología centro-izquierda, personaje que se oponía a las corralejas como sistema feudal de explotación, quien fue concientizando a la gente, hasta que llegó un gobernador oriundo de la región y los hizo trasladar.
Lo que no contó Gabo en sus crónicas fue la historia de los Matta, también de ascendencia extranjera, emparentados con dirigentes de esta nueva y caótica  época. Estas familias poderosas, eran dueñas del Cine Sucre. Tenían varias industrias. Lanzaban  dulces y plata en billetes  en las corralejas donde jugaban sus propios toros. Si  el peón maltrataba al toro, eran obligados a trabajar en sus fincas para pagar la afrenta, limpiando pajas u ordeñando vacas.
Uno de los afectados, campesino humilde, fue donde el patrón a reclamarle y éste le pegó varios tiros. El hijo del sacrificado campesino, quien había pagado el servicio militar, hizo un rodeo a la finca, mientras el asesino le disparaba. Cuando el ganadero agotó su munición el adolorido muchacho le arremetió con su machete, haciéndolo pedazos.
Los cuentos ahora no son de apuñalamientos como el de Santiago Nassar, quien recibió 16 cuchilladas, sino de cuantiosas sumas de dinero por obras fantasmas que tienen su efecto extraño, apareciendo en mansiones de lujo en la ciudad de Sincelejo. Son los mismos descendientes de La Gata, nueva élite de Sucre, aun entre rejas “porque a nadie lo obligan a votar por nadie y todos tienen derecho de hacer política”.