jueves, abril 27, 2006

GEÑO GIL: EL AUTENTICO ACORDEÓN SABANERO

Por: CECILIA GIL BARVO

En el principio…
Corría el año 1952. El entonces corregimiento de Betulia, en el centro de la sabana sucreña, recibe la visita del resucitado en su quinta noche de velorio Abel Antonio Villa. Los participantes en la parranda le cuentan que también el pueblo tenía su músico y van en busca de Eugenio José Gil Avilés, conocido para siempre en el cariño familiar y en el folclor regional como Geño Gil.

Nacido en Betulia el 15 de noviembre de 1921, Geño creció en la Hacienda-estancia familiar “El Tigre”, donde vivía con la tropa feliz de sus hermanos. Ya de muchacho le gustaba venirse al pueblo a complacer a sus amigos con décimas, poesías y todo tipo de improvisaciones revelando así su firme vocación musical, la que pronto lo conduce al imperioso encuentro con el amor sin falsedades del acordeón. Entonces nace La Despedida, su primera composición, cuya letra es la parrandera petición de que si se muere no lo lleven al panteón sino que lo dejen cerca donde se oiga el acordeón.

Cuadro del Pintor Mario Duarte

El asunto de volverse músico no le fue del todo fácil. La nota esquiva fue convencer a Don Isidro y a la señora Josefa, quienes no tenían claro cómo un muchacho levantado para labores más serias como las del campo o para seguir una profesión universitaria -tal como ellos soñaban en sus noches sin luz eléctrica- saliera con semejante proyecto de borrachos cantores trasnochados… Pero ganó Geño y ganó el Folclor: la promesa de no sucumbir ante los vicios permitió el paternal permiso y enseguida pasó a conformar su conjunto, en el cual inicialmente estaban sus hermanos Manuel, Francisco y Rodrigo junto con otros amigos. Luego vinieron los contratos para amenizar bailes en la región con ritmos de polcas, valses, porros, paseos y cuanta solicitud hiciera el público bailador.

El Merenguito Sabanero
Abel Antonio Villa reconoció la calidad del joven acordeonista y se lo llevó de gira musical. Fue el mismo Villa quien le propuso un pique en el Teatro Alameda de Sincelejo. Recuerda Geño: “Yo ya tocaba pero no me conocían mucho, entonces en la propaganda radial decía que se enfrentan el vallenato de moda Abel Antonio Villa y el pollo sabanero”. El teatro se llenó y la piquería majestuosa, con versos cargados de picantes palabras y ofensas en acuerdo y amistad, colmó la expectativa de los asistentes. A la hora del veredicto el público no vaciló en decretar como ganador al pollo betuliano, quien abrumado por la alegría dejó fluir esa noche de 1953 el himno de gratitud de su corazón para con el pueblo sincelejano que lo recibiría desde entonces con brazos de hermandad: El Merenguito Sabanero

Tengo un merenguito sabanero
tengo un merenguito que saqué
yo se lo dedico a Sincelejo
porque yo sé corresponder.

Las Grabaciones

Geño se constituye en el primer acordeonista sabanero en plasmar en el acetato sus composiciones. Abel Antonio Villa lo lleva a Discos Fuentes en Cartagena y graba La Despedida, Palomita Indiscreta, Merenguito Sabanero, Cumbia Sabanera y Betulianita: “No sé lo que me pasa cuando salgo de tu lado/ vivo desesperado y con ganas de volver/y si me encuentro lejos siempre estoy acongojado/ me mortifica mucho me la paso pensando sólo en ti bella mujer.” Canción que el mismo empresario Antonio Fuentes catalogó como una de las mejores composiciones que había escuchado.

Después el corozalero Felipe Paternina le graba el célebre porro “Yo soy el hombre”: “A mi me llaman el hombre que todo lo puede/ a mi me llaman el terror de las mujeres/ porque yo digo que el total de los quereres/yo soy el hombre que domina a las mujeres”, después la grabaría el barranquillero Nelson Pinedo y actualmente suena en la maravillosa interpretación de Juancho Torres. Otros que le han grabado sus canciones son Lizandro meza y Noel Petro.

En Sincelejo
Ester Gil, su esposa, pronto comprendió que vivir con Geño era compartirlo con el arte, y ella se convirtió en su gran apoyo. Su casa en Betulia era sitio obligado para los músicos que visitaban la región como Alejandro Durán, Luis Enrique Martínez y el mismo Abel Antonio, encargado de poner a volar el barrilete de arte y música que reposaba en su corazón.

En 1963, Geño se radica en Sincelejo con su esposa y sus grandes amores: sus hijos. En la actualidad: Julia Eva, magnifica en su labor como Comisaria de Familia de Sincelejo; Estela, eficiente pupila de Cristo García Tapia en una importante aseguradora, y Eugenio “Geñito”, Abogado de brillante trayectoria departamental y nacional, digno heredero del arte musical de su padre aunque en recinto cerrado.

Cuando Geño llega a Sincelejo, éste ya era sede de un movimiento musical que todavía mantiene su influencia, a cargo de Calixto Ochoa, Pello Torres y los diablos del Ritmo, Primitivo López, entre otros. Aníbal Paternina Padilla lo invita a Radio Sabanas a presentar su música y Radio Sincelejo escoge El Merenguito Sabanero como cortina de sus programas. En un reconocimiento a su autenticidad en la ejecución del ritmo sabanero, Geño ha sido en varias oportunidades jurado del Festival Sabanero, pero nunca ha competido.

El puro aire sabanero
La vitalidad que a Geño se le asoma al hablar de lo que más le gusta -su música- demuestra que está vigente su labor artística. Ha entregado varias composiciones inéditas a agrupaciones para que las incluyan en sus próximas grabaciones. Cuenta esto mientras con orgullo iza en su mano el carnet número 2.956 de la Sociedad de Autores y Compositores, SAYCO.

“Mi música es sabanera, nunca he plagiado” dice. “Es ritmo totalmente auténtico de la sabana. Hoy dicen vallenato a todo pero esa es la música del Valle. Es distinta porque ellos tocan el acordeón de manera ‘picaita’ o repicada. En cambio yo me extiendo en el acordeón, la abro, no la repico. Los vallenatos se creen dueños de ese ritmo y no tocan la música de la sabana. Pero nosotros los sabaneros somos extensos, tocamos el ritmo de aquí y el de allá y por eso se ha participado y hasta se ha ganado en los festivales vallenatos. Tal como digo en El Merenguito Sabanero: “Este es el aire sabanero pa’que lo escuchen los vallenatos… ”.

Sigue su reflexión sobre música sabanera: “Quiero que las emisoras promocionen esta música: Todo es el vallenato pero hace falta el programa del sabanero. Hay una emisora “La Vallenata” pero la sabanera ¿dónde está? Tenemos grandes compositores como Calixto Ochoa -que aunque no es de aquí toca sabanero- William Molina, Lizandro Meza que es lo mejor que hay, Rubén Darío Salcedo. Yo le veo futuro a la música sabanera pero falta un festival con proyección que tenga apoyo estatal como el de Valledupar”

Somos muchos los que creemos junto a Geño en la fortaleza del sabanero, nutrida en la diversidad de esencias que se abrochan en el alma colectiva del gran pueblo-nación, que a su vez es un mismo espíritu que se estira desde la Córdoba mestiza, pasando por nuestra Sucre ancestral, hasta la Bolívar cimarrona (así, femeninas). Linaje de antiguos gigantes que caminan en nuestros sueños y pasos, y siguen abriendo por nosotros caminos inéditos hacia el punto final, y también de inicio: una ciudad de espejos que nos ayuden a saber quién somos en nuestros reflejos, entonces sabremos hacia dónde vamos.

Mientras llega ese día luminoso, canta sabanero, canta con Geño:
“Quiero cantarle a Colombia/ pobre país tan sufrido/ quiero que esta voz se oiga/ vamos a la paz unidos.”